Archivo mensual: septiembre 2013

El lavadero de piedra


Mi madre no vino al lavadero de piedra.

Nos llevó mi abuela
y nos contó
que ella bajaba entonces casi todos los días
a hacer la colada
que mojaba la ropa en la primera pila
que en la segunda la enjabonaba
que la frotaba contra la piedra del borde
y que hablaba con una
y que hablaba con otra
que se iban frotando ellas también
y que luego se tendían en casa
y que mientras
mi madre se bañaba en el río
o jugaba entra las sábanas
o se comía lo higos del huerto de la vecina.

Pero ese día
mi madre no vino al lavadero de piedra
porque no le daba
tiempo
a poner la lavadora.

La floración de cerezos del valle del Jerte


¡Vamos!,
que no me importa la floración de cerezos del valle del Jerte.

Pero, ¡vamos!,
que no me importa
la floración de cerezos del valle del Jerte,
ni el desove de las tortugas marinas en cualquier playa del Caribe,
ni la aurora boreal vista desde Laponia,
ni la austral desde la Antártida,
ni el geiser de Haukadalur,
ni la migración de cigüeñas sobre el desierto de Sahara,
ni la de núes por la llanura del Serengueti,
ni la de mariposas Monarca entre los parques de California,
ni la ola Pororoca en el delta del Orinoco,
ni el arco iris de fuego de Idaho,
ni el eclipse total al noroeste de Queensland,
ni el relámpago del Catatumbo en el lago Maracaibo.

¡Vamos!,
que no me importa la floración de cerezos del valle del Jerte
pero, ¡vamos!,
que no me importa
que vamos
este fin de semana
que no me importa
el lugar
concreto
dónde se produzca la próxima
contracción de tu vientre.

¡Vamos!,
que no me importa la floración de cerezos del valle del Jerte

y sí.