Quitarme los restos de cáscara adheridos a las
pelusas de mi piel.
Erguir el cuello sobre las ramas y las pajas y
mirar de frente a las
cumbres nevadas, a las
llanuras en flor, a las
líneas del horizonte.
Levantarme.
Perder el miedo a las
alturas y a las
sombras del suelo.
Abrirme en toda mi envergadura a las
corrientes de aire,
tomar impulso y
ponerme a las
alas,
alas.